Diariamente
2 o 3 horas de mi vida transcurren dentro de trenes, metros y
autobuses. Allí ocurren muchas cosas, mundo, gente, situaciones que me movilizan;
que son correntada de viento que me despabila de la rutina diaria de la que también
formo parte. Siempre atento, tomo distancia y hago fotos. Esas fotos son mi diario,
mi reflexión, mis identificaciones, mi prontuario. También está la música que en
cada viaje me acompaña, dándole a mi vida esa experiencia de ser el protagonista de
una película y que muchas veces me lleva a buscar situaciones que visualizo mientras
la escucho. Viajo, miro y disparo. Cuando lo hago, me siento muy bien; cuando no,
muy mal y eso lastima el centro del corazón de mi día. Miro, disparo. Si no lo hago,
me pierdo de vista.