Como cada mañana, te escribo unas líneas. Me repito que no estás, que marchastes hace tiempo. Pero yo aún te siento a mi lado. Noto tu calor en tu lado de la cama. Veo tus zapatos detrás de la puerta. Oigo tu voz susurrándome los buenos días. Como cada mañana, te escribo unas líneas. Porque por mucho que me digan nuestros hijos, no me has abandonado… Sigues viva en mi corazón.